Las grandes infraestructuras viales han sido un reto constante para la humanidad, en sus construcciones se implementan las metodologías más avanzadas que rompen esquemas en ingeniería. Los túneles bajo el agua llevan aún más allá las exigencias, convirtiéndose en un ejemplo de innovación y de tecnología de vanguardia.
La presencia de grandes barreras naturales ha sido una constante que limita la conectividad entre los grandes centros urbanos y sus entornos, obligando a los ingenieros a desarrollar imponentes infraestructuras que ayuden a superarlas de una forma eficiente, segura y viable. Los ríos, mares, océanos y lagos son un reto interesante debido a la necesidad de mantener la navegación de barcos de grandes dimensiones, al mismo tiempo que circulan medios de transporte terrestres.
Existen diversas limitaciones que hacen inviable la construcción de puentes, algunas pueden ser la falta de espacio para edificar las grandes rampas que alcancen la altura libre necesaria para el paso de los barcos o la existencia de un tráfico portuario muy intenso que no es posible obstaculizar. Frente a estas condicionantes, surge la opción de los túneles bajo el agua, una tecnología muy costosa pero con beneficios prácticos interesantes.

Esquema de la sección del túnel bajo el agua - Cortesía Eurotunnel
Los primeros túneles bajo el agua
A mediados del siglo XIX se construyó el primer túnel bajo el agua en la ciudad de Londres, una proeza para su momento que generó una nueva tipología de infraestructuras. Con sus 400mts de largo y 23mts de profundidad permitió el paso de vehículos de tracción animal con mucho éxito, motivando a otros centros urbanos a copiar la idea. Le siguieron otras ciudades como Berlín en 1899, Nueva York en 1920 o La Habana en 1958, más numerosos ejemplos que han permitido a la ingeniería experimentar hasta lograr en la actualidad impresionantes túneles bajo el agua que alcanzan hasta los 39kms.
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Cortesía Eurotunnel
El presente: Proyectos de túneles bajo el agua actuales
Los avances tecnológicos han permitido que las principales economías del mundo desarrollen proyectos muy ambiciosos que desdibujan las barreras naturales que han limitado por milenios los flujos de mercancías y personas. En Europa un ejemplo de referencia es el Eurotúnel, inaugurado en 1994 y con 39kms bajo el agua de un total de 50,5kms es capaz de conectar Inglaterra con Francia en pocos minutos. Traspasa el Canal de la Mancha y ha llegado a transportar más de 20 millones de pasajeros al año en trenes o en shuttle para vehículos y 4 millones de toneladas de mercancías. La inversión de 13.000 millones de euros colocados para su construcción ha significado un reto para la rentabilidad de la empresa que lo gestiona, pero con inversiones posteriores han logrado ajustar los números para mejorar la competitividad y garantizar el funcionamiento a futuro.
Los países asiáticos no podían quedarse atrás y con sus mega-infraestructuras han entrado al juego de los túneles bajo el agua. Actualmente China está construyendo un paso subacuático para coches de 11kms, una cifra modesta frente a la del Eurotúnel pero con el dato positivo de ser construido en solo cuatro años e invirtiendo 1.500 millones de euros. Por su parte, Japón ha construido el túnel ferroviario de Seikan con 23kms bajo el agua de un total de 54kms de largo y a un costo de 7.000 millones de euros, una cifra mucho más elevada de la prevista y que refleja el alto riesgo de este tipo de inversiones.
Los túneles bajo el agua requieren inversiones de recursos muy cuantiosas para las empresas y gobiernos, estableciendo para los profesionales de la ingeniería un área de investigación y desarrollo de tecnologías que busquen aumentar la rentabilidad mientras se mantienen aspectos como la seguridad y la eficiencia.