España impulsa la construcción de infraestructuras para la energía fotovoltaica, convirtiéndose así en la nación europea protagonista del sector

El sector energético europeo pasa por un período de tensión por el aumento de la demanda durante las estaciones frías del año, sumado a los conflictos políticos internacionales que desestabilizan el equilibrio del mercado. Entre las alternativas que cobran protagonismo frente a estas alteraciones está la energía fotovoltaica, con un origen más seguro, inagotable y que no contamina, frente a otras tecnologías como la del gas natural.

En un continente en plena transformación verde, las energías renovables y la nuclear son todavía insuficientes para cubrir un mercado con una demanda que asciende año tras año, pero las inversiones y los incentivos de los gobiernos para lograr su popularización son constantes y potentes. La energía fotovoltaica cuenta con una ventaja primordial frente a otras opciones, y es su capacidad de generación tanto en centrales de grandes dimensiones, como en instalaciones domésticas para el autoconsumo de las edificaciones, convirtiéndose en una opción versátil con un gran alcance dentro de la sociedad.

La energía fotovoltaica, una opción segura para España

La transformación del paisaje natural por las plantas fotovoltaicas

La energía fotovoltaica en España, un sector en pujante crecimiento

Luego de un impulso en el año 2019, producto de la inauguración de infraestructuras de envergadura, España es considerado líder a nivel europeo en el sector fotovoltaico, por delante de Alemania, Países Bajos y Francia. A nivel mundial el país se ubica como sexto, siendo los máximos representantes China, Estados Unidos e India. 

La generación en plantas de suelo en el año 2019 fue de 4.200 MW, un crecimiento impresionante del 89% en referencia al año 2018, cuando la capacidad era solamente de 26 MW. Por comunidades autónomas, la delantera la llevan, en orden: Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón y Murcia. Según cifras de la Unión Española Fotovoltaica, el sector aporta al PIB español 7.785 M y mantiene al menos 59.000 puestos de trabajo. 

La otra cara de la energía fotovoltaica es el autoconsumo, un sector impulsado principalmente por las PYMES. La capacidad instalada en 2019 era de 459 MW, una cifra que aumenta año tras año, y se espera que continúe con un impulso aún mayor motivado por las nuevas ayudas para la recuperación económica, dentro de las que figura como una prioridad. 

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La energía fotovoltaica, una opción segura para España

Las ciudades dan una segunda oportunidad a las cubiertas

Construir más y mejores infraestructuras para la energía sola, una oportunidad para el mundo AEC

Desde la perspectiva de la arquitectura, la ingeniería y la construcción, implementar las tecnologías para generar energía fotovoltaica requiere idear novedosas formas para integrar estos sistemas al diseño final de las edificaciones, las ciudades o los paisajes naturales.

Las plantas requieren de tres elementos principales: los paneles que captan la radiación solar y trasforman la luz en energía eléctrica; los Inversores, que convierten la corriente eléctrica en una corriente alterna de uso general; los Transformadores, que la adaptan a mayores requerimientos de tensión para ser aprovechadas por los equipos, y, por último, las baterías que se utilizan principalmente en lugares remotos. 

Estos elementos tienen un impacto visual y ambiental en los lugares donde se instalan, por lo tanto, existen algunas recomendaciones para integrar la tecnología de la energía solar a una construcción sostenible y circular, garantizando que los componentes empleados puedan tener una segunda vida, o en su defecto, una opción para su reciclaje. 

A nivel ambiental, las plantas de suelo ocupan extensiones amplias de superficie terrestre, y tienen un impacto sobre la flora, la fauna y sobre la calidad ecológica del suelo, de esta forma los proyectos buscan reducir el impacto sobre la capa vegetal, incentivar la creación de nuevos ecosistemas, reducir el uso de agua, disminuir la construcción en hormigón y apuntar hacia una arquitectura prefabricada, desmontable y reutilizable al finalizar la fase operativa de la instalación. 

En las ciudades, las placas fotovoltaicas facilitan el uso de las cubiertas de las edificaciones, mitigando la creación de islas de calor al absorber los rayos solares, y reutilizar un factor que puede ser nocivo para la calidad ambiental, a favor de la generación eléctrica y de la sociedad. 

La construcción de infraestructuras para la energía fotovoltaica ofrece oportunidades para repensar las ciudades y su entorno natural, al mismo tiempo que se crean nuevos métodos de suministro eléctrico que permitan la autoproducción en las empresas y los hogares, ayudando en la disminución del uso de recursos naturales no renovables y contaminantes, que generan, además, un gran grado de dependencia de terceros países, poniendo en riesgo la estabilidad y la seguridad de los españoles.